Estoy escribiendo esto porque acabo de darme cuenta de algo. El sprint actual termina en dos días y tengo tres tickets que han estado en mi kanban desde hace una semana. Y extrañamente, ahora es cuando mi cerebro decide cooperar.
Es frustrante. Durante días miro esos tickets, sé exactamente lo que tengo que hacer, pero cada vez que abro el código es como si mi mente fuera de gelatina. Hasta que llega el último día y de repente me convierto en una máquina de resolver problemas.
No tengo ADHD diagnosticado, pero este patrón me persigue desde siempre. Y después de años de sentirme culpable por ello, empiezo a entender qué está pasando realmente.
La Neurociencia de la Presión
Resulta que nuestro cerebro tiene dos sistemas principales para tomar decisiones:
El sistema automático maneja las tareas rutinarias y conocidas. Es eficiente pero aburrido.
El sistema ejecutivo se activa cuando hay urgencia, novedad o riesgo. Consume más energía, pero también nos da esa claridad mental intensa.
El problema es que el sistema ejecutivo necesita una razón convincente para encenderse. Y aparentemente, mi cerebro considera que “entregar código de calidad” no es suficientemente convincente. Pero “entregar código antes de que me regañen” sí lo es.
La dopamina también juega un papel clave. Cuando hay una deadline cerca, nuestro cerebro libera dopamina anticipando tanto el alivio de completar la tarea como la posible consecuencia de no hacerlo. Es como una droga natural de productividad que solo se activa bajo presión.
Por Qué Los Tickets Se Vuelven Invisibles
He notado algo curioso: mientras más tiempo tienen mis tickets sin tocar, más invisibles se vuelven. Es como si mi cerebro desarrollara una ceguera selectiva hacia ellos.
Creo que pasa porque cuando algo no tiene urgencia inmediata, nuestro cerebro lo categoriza como “opcional” sin importar qué tan importante sea objetivamente. Y las cosas opcionales simplemente… no existen hasta que dejan de serlo.
Además, cuando no hay presión, mi mente se dispersa. Veo el ticket, pienso “ah sí, esto”, pero inmediatamente me distraigo con Slack, con revisar si hay algo más urgente, con reorganizar mi escritorio. Cualquier cosa menos empezar.
La Calidad Bajo Presión (Plot Twist)
Aquí viene lo más extraño: mi mejor trabajo lo hago bajo presión. No debería ser así, ¿verdad? Se supone que la prisa produce cosas mediocres.
Pero cuando tengo pocas horas y mucho que hacer, mi cerebro entra en un estado de flow rarísimo donde:
- No hay tiempo para dudar cada decisión
- Me enfoco en lo esencial, no en perfeccionar detalles
- La presión elimina la paralización por análisis
- Cada línea de código tiene propósito claro
Es como si la urgencia fuera el filtro perfecto para separar lo importante de lo irrelevante.
Estrategias Que He Probado (Y Sus Resultados Reales)
Hacer deadlines artificiales: Falló completamente. Mi cerebro sabe perfectamente cuáles son las fechas reales y cuáles me inventé.
Dividir en tareas más pequeñas: Ayuda un poco, pero sigo posponiendo incluso las micro-tareas.
Time blocking: Funciona… hasta que llega la hora del bloque y simplemente lo ignoro.
Pomodoro: Útil cuando ya logré empezar, pero no me ayuda a vencer la resistencia inicial.
Body doubling: Esto sí funciona mejor. Trabajar con alguien más (aunque sea virtualmente) crea una presión social suave pero efectiva.
Mi sistema híbrido: Tengo mi propio sistema de productividad que combina captura inmediata, kanban simple y time tracking. Funciona bien para la organización diaria, pero no resuelve el problema fundamental: esos tickets siguen ahí en mi “To Do” hasta que aparece la presión real.
Lo Que Realmente Ha Funcionado
Crear fricción para procrastinar: En lugar de tratar de forzarme a trabajar, hago más difícil procrastinar. Bloqueo sitios, dejo el teléfono en otro cuarto, cierro Slack.
El truco de los 2 minutos: Si puedo hacer algo en menos de 2 minutos, lo hago inmediatamente sin pensar. A veces esos “2 minutos” se convierten en 30 y ya estoy en flow.
Deadline stacking: Cuando tengo múltiples tickets, los organizo para que tengan deadlines escalonados. La presión de uno me impulsa a trabajar en todos. Mi kanban se vuelve más activo cuando hay urgencia real.
Cambiar de ambiente: A veces simplemente moverme a otro lugar (café, sala, incluso otro escritorio) reinicia mi estado mental.
La Aceptación Radical
Después de años de luchar contra esto, estoy empezando a trabajar con mi patrón en lugar de contra él.
Acepto que soy un procrastinador de deadlines. Acepto que mi mejor trabajo sale bajo presión. Acepto que mi cerebro necesita urgencia para funcionar óptimamente.
Pero también acepto que esto no es sostenible a largo plazo. El estrés crónico de vivir siempre al límite se acumula. Y hay límites a cuánto puedes estirar este sistema antes de que algo se rompa.
La Búsqueda de Balance
No quiero eliminar completamente la presión - claramente mi cerebro la necesita para funcionar. Pero sí quiero ser más intencional sobre cuándo y cómo la uso.
Mi objetivo no es convertirme en alguien que trabaja constantemente con semanas de anticipación. Eso va contra mi naturaleza. Pero sí quiero reducir el nivel de caos y ansiedad.
Tal vez la respuesta no sea luchar contra este patrón, sino diseñar mejor mis deadlines. Crear sistemas que me den la presión que necesito sin el drama innecesario.
Una Reflexión Final
Escribir esto me ha hecho darme cuenta de algo: tal vez no estoy tan roto como pensaba. Tal vez mi cerebro simplemente funciona diferente, y en lugar de intentar cambiarlo completamente, puedo aprender a optimizarlo.
Los deadlines son mi combustible. La presión es mi catalizador. Y está bien si esa es mi fórmula, siempre y cuando sea consciente de ella y la use de manera inteligente.
Ahora, si me disculpan, tengo que mover esos tickets de “To Do” a “Doing” antes de que termine el sprint.